El partido con mayor expectativa de la fecha en la Segunda División fue suspendido por el arbitro Eduardo Varela cuando estaba por comenzar el segundo tiempo
Domingo de fiesta de barrio en el Estadio Olimpico desarrollándose con relativa tranquilidad entre dos equipos con mucho apoyo popular y un gran marco de publico. Fue sobre los 30 minutos, tras el gol de Mario Garcia para el empate de Progreso, que comenzó a suscitarse lo que a la postre sería la suspensión del partido.
El jugador gaucho pareció realizar algun tipo de gesto hacía la facción de la hinchada de Rampla que se hallaba detrás del arco, provocando molestias en jugadores picapiedras y también en la parcialidad rojiverde, que se expresó lanzando algunos objetos al campo de juego; lo que llevó a que el partido se viera interrumpido por esta actitud inaceptable.
Tras el reinicio del partido todo parecía transcurrir con normalidad, los animos se calmaron casi en su totalidad; hasta que en la ultima jugada del partido, volvió a caer algo al terreno de juego, y allí comenzó una serie de hechos llamativamente desordenados, impropios de un partido de futbol profesional.
En primera instancia, el juez Varela tomó el proyectil y pareció hacer las señas de la suspensión o del fin del primer tiempo (faltaba un minuto por disputarse del tiempo añadido), no era muy claro y todo era incredulidad con cero comunicación hacia el publico asistente. La decisión de reanudar llevó aproximadamente 10 minutos, volviendo a realizarse el tiro libre donde se había detenido la acción.
Luego de 1 hora de duración del primer tiempo (63 minutos para ser más exactos) y del entretiempo (otros 20 minutos más), cuando los protagonistas volvieron a la cancha, se supo que la decisión del arbitro en conjunto con la seguridad del partido, era que el publico picapiedra debía abandonar su lugar en su tribuna para que el partido continuara. Se formó un cordon policial con la idea de correr a esa gente, cosa que no fue fructífera; mientras los jueces aguardaban el tiempo establecido para que se corrieran, pasado ese tiempo decidieron la suspensión definitivamente.
Como conclusión, no pareció ser una situación que conllevara a la suspensión, por supuesto considerando el hecho como grave y no normalizando que se lancen proyectiles; han ocurrido incidentes mucho mas graves y no tuvieron el mismo desenlace, y en caso de ser por algunos motivos que solo conozcan los que tomaron la decisión final, no era necesario que se dilatara tanto la decisión, las demoras fueron excesivas en cada una de las instancias, muy poco cuidado el producto y el publico que verdaderamente va a disfrutar de un partido de futbol.
Fotos Nicolás Morayhat