“Hay un montón de cosas que pasan en el fútbol, es difícil el detrás de escena”
“Nunca intenté ser nada más que yo mismo, para mi las cosas no tienen mucho misterio. A los 16 años me fui a Danubio y ya sabía lo que quería, se lo que quiero ahora, a los 15 años me fui a Montevideo y me costó. Extrañaba mucho, a mi casa y mis padres. Un día los llamé, les dije que me quería volver y lo hice”.
“A los 16 años yo estaba estudiando en Salto, surgió la posibilidad de Danubio y ahí sí arranqué. Mi hermano Walter estaba ahí y consiguió que me hagan una prueba, no miraba tanto fútbol, me gustaba jugar a la pelota con mis amigos. Lo que miraba era el fútbol italiano, lo seguí al ‘Bati’ (Batistuta) y lo admiraba mucho. Lo tenía como un modelo a seguir”.
“Yo nunca fui un genio con la pelota. Genios son otros; Messi, Neymar, Ronaldinho, Maradona. Yo soy un laburador del fútbol que me fui puliendo. Tengo el hambre del gol y de ganar, el trabajo siempre paga y en todos los ámbitos de la vida. En mi casa nos hacían notar que todo valía y que obtener las cosas costaba mucho. La receta más importante es el trabajo y el amor por lo que haces”.
“Desde que llegué a Boca me han demostrado cariño. Eso a uno lo motiva, le da ganas. La gente de Boca es muy pasional y yo todo lo que hago lo hago con pasión. Me identifico con eso, La Bombonera es mágica, es increíble. Que yo pueda estar ahí y vivir esas emociones es tremendo. Lo disfruto un montón, incluso más que en cualquier otro club. Tal vez también por la edad”.
“Mis hijos están locos por Boca, si no los llevo el día del partido me lo reprochan toda la semana. Eso pasa porque ellos se sienten arropados por la gente y eso que yo recién llegué, uno como delantero siente que el aporte que le puede dar a su equipo es el gol. Es como una obsesión sana. Yo creo que se nace con el hambre de gol, después hay una preparación claro”.
“Todo el mundo sabe que Román es una persona especial. El tiene su forma de ser, donde mucha gente no está de acuerdo y otros lo aman, como todo ídolo. Conmigo se ha comportado siempre bien, cuando viene alguien que es del club como Gago, que conoce Boca, genera otra ilusión. Es un DT jóven que tiene buenos mecanismos para jugar al fútbol, que son simples y creo que van a aportar mucho”.
“En la Selección Uruguaya di todo lo que tenía y a veces mucho más. El día que decidí no jugar más sentí placer y satisfacción porque lo di todo, ¿Si tenía aún más para darle a la selección? Claro que tenía, pero a veces hay que saber el momento de tomar una decisión. Hay que ser realistas, no es fácil jugar una Eliminatoria”.
“Hubo cositas que por ahí te ayudan a tomar la decisión, es normal. Yo también quería dedicarme de lleno a esta experiencia en Boca. Tantos años de selección también tiene un desgaste, era hermoso ponerme la camiseta de mi país, hoy les toca a otros y les deseo lo mejor. No me detengo mucho a pensar si podría estar o si no, ya está”.
“Nunca hablé con Bielsa y él tendrá sus motivos. Trato de ver las cosas de esa manera. A veces hay otro tipo de intereses, de decisiones y por ahí no es solamente de un entrenador. Hay un montón de cosas que pasan en el fútbol, es difícil el detrás de escena”.
“Si te pones mucho a buscarle la vuelta a veces no llegas nunca a la respuesta. Es inutil perder el tiempo. Bielsa tendrá sus motivos, de repente lo hizo para que los grandes vayamos dejando poco a poco. No lo sé, yo siempre le voy a desear lo mejor, a Bielsa y a mi selección. A veces las cosas se dan porque se tienen que dar, y no siempre se dan como uno quiere”.
“Y si, lo ideal hubiese sido irme de la selección en un partido, haciendo 2 goles o siendo campeón. Si fuera así como queremos todos nos iríamos como campeones del mundo y no es así. Todo sigue, yo no quiero reprocharle nada a nadie, ni a otros, ni a mi. Yo estoy bien, contento y feliz. No me lamento nada y no me da ganas de llorar porque dejé la selección”.
“No me reprocho nada y ¿Sabes por qué? Porque desde el día que empecé a jugar al fútbol y dije que quería ser jugador profesional, viví al máximo. En el buen sentido, uno tiene que aprender a sufrir. La exigencia creo que tiene que ir un poquito más allá del límite”.